Descripción de la «Ruta de la Rosa de Alejandría» (Sierra de Alor, Olivenza).

Iniciaremos la ruta a la salida de Olivenza, junto al cruce con la carretera de San Jorge de Alor y tras callejar un poco por una urbanización cogeremos un camino amplio, completamente llano, que transita en un primer momento por campos de cereal, con el perfil de la Sierra de Alor de fondo.

La primera parte de la ruta  es completamente llana, rodeada de campos de cereal que después de los primeros kilómetros se transforman rápidamente en zonas de olivar, sobre todo al pasar junto al “Cortijo del Caño” (aproximadamente en el kilómetro 4 de la ruta), justo al cruzar la carretera de San Jorge de Alor.

Una vez dejamos a la derecha el «Cortijo del Caño«, caminaremos por caminos más estrechos, inmersos entre viejos olivos de gruesos troncos, huecos algunos de ellos. Poco a poco este ecosistema irá quedando atrás para dejar paso a otro donde comenzarán a aparecer encinas, alcornoques y matorral bajo, en un recorrido en el que a partir de este punto podemos encontarnos con algunas orquídeas silvestres como: la Anacamptis papilionacea, la Orchis champagneuxii, la Cephalanthera longifolia, Limodorum abortivum, la Ophrys lutea, etc…

Llegaremos a un desvío donde la ruta que llevamos hacia la Sierra de Alor sigue en línea recta, pero este punto es recomendable hacer un pequeño desvío a la izquierda para visitar el refugio del bandolero Diego Corrientes.

Se trata de un desvío de ida y vuelta, por una senda en continua subida rodeada de paredes de jaras que puede que nos las encontremos ya abiertas y florecidas, en un recorrido de apenas 500 metros, hasta llegar al escondido refugio del mencionado bandolero, en la espesura del monte bajo… y es que “en la época en la que Olivenza pertenecía a Portugal, gozaba ésta de cierta ‘prosperidad’ debido en parte al contrabando, siendo en esa época donde el bandolero Diego Corrientes se dedicaba al robo de caballos en zona española para después venderlos en Olivenza, así que la justicia española acabó poniendo precio a su cabeza, pero no era empresa fácil capturarlo, puesto que utilizaba rutas montanas en la nocturnidad, sintiéndose seguro en esta zona oliventina, donde contaba con este refugio en lo más profundo de la Sierra de Alor, donde la espesura del monte bajo ocultaba su presencia, por no hablar de que además se servía de la complicidad de sus confidentes y de las gentes sencillas que conociendo sus hazañas no dudaban en protegerle, y así, trasladaba los caballos en pequeños grupos, facilitando su manejo y dejandolos en cortijos a lo largo de su ruta.

 Senda en el desvío hacia el refugio del bandolero Diego Corriente

Pero el regente de la Audiencia de Sevilla estaba decidido a capturarlo, y una vez que consiguió apresar a su banda en Badajoz, y tras aumentar a 1200 ducados la recompensa por su captura, su amante junto a un antiguo compañero suyo, lo traicionaron dando aviso a la justicia española mientras se encontraba en el “Cortijo del Pozo del Caño”, donde opuso una feroz resistencia ante los 20 alguaciles y una compañía de infantería portuguesa que lo asediaban, pero todo fue inútil y finalmente fue preso y ejecutado en la horca el 30 de mayo de 1781, siendo posteriormente descuartizado y sus restos expuestos para escarmiento público en cruces de camino”.

Sobre el techo del refugio-cueva del bandolero Diego Corrientes. Foto de la compañera Ana Tena

Tras las fotos de rigor, deshacemos el camino andado para proseguir con la ruta que llevábamos y si han empezado a florecer las peonías, desde este punto y hasta la cima de la sierra ya podremos ir viéndolas, bajo la sombra de cualquier árbol, al principio de forma aislada o en pequeños grupos, pero no es necesaro que nos volvamos locos haciendo fotos con las primera que se vena porque si están florecidas, más tarde, en al última parte de la subida a la sierra, podremos disfrutar de un «mar de peonías«…

El recorrido realmente se vuelve bonito e interesante sobre todo al dejar atrás el desvío al refugio del bandolero Diego Corrientes, porque es cuando de forma gradual nos iremos introduciendo en la sierra, mientras los olivos van dejando paso a un bosque mediterráneo cada vez más espeso, donde sobresalen los diferentes tipos de jaras (jara pringosa, jara blanca, jaguarzo…), coscojas, lentiscos, acebuches… y todo con un suelo tapizado de verde y en donde en algunos claros, con viejos olivos salteados, pacen mansamente rebaños de ovejas, ajenos a las miradas de los senderistas que pasan a su lado.

El camino se va estrechando más y tras pasar una zona de umbría y de sendas, dejando atrás el primer panel informativo de la ruta, llegaremos a una bifurcación que hace que esta parte de la sierra se convierta en un recorrido circular, así que podríamos subir indistintamente por cualquiera de los dos lados y bajar después por el contrario, aunque nosotros nos decantaremos por subir por el lado derecho, por un camino en subida, como no podía ser de otro modo, pero muy llevadera, rodeados completamente de vegetación, en algunos casos envueltos en auténticos túneles formados por ésta y si hay suerte, encontrándonos a ambos lados de la senda con la bonita y colorida rosa de alejandría en flor.

Entretenidos con este maravilloso recorrido, llegamos a un bonito e idílico rincón, donde se encuentra la Fuente de Val do Gral, donde fluye el agua en el interior de agujeros horadados en la propia roca; es ésta una fuente que “sirvió y sirve para quitar la sed del cabrero y su rebaño durante los meses del año que proporciona agua, así como para llevarla en cántaros a los cortijos aledaños”.

La condición calcárea de la Sierra de Alor favorece la existencia de multitud de agujeros y cuevas naturales, la mayoría de muy poca entidad, que se producen por la acción del agua sobre la piedra caliza al ir erosionándola; oquedades, cuevas, que se convierten en fuentes y de las que además del agua también emanan viejas leyendas relacionadas con tesoros ocultos en esta sierra”.

Tras un breve parada y algunas fotos, continuaremos por un sendero donde caminaremos inmersos por completo en un bosque mediterráneo, con mucho monte bajo, donde en algunos claros nos encontramos con toda una explosión de colorido de los diferentes tipos de jaras en flor, mezcladas con el resto de flores y por supuesto con la flor estrella de esta sierra, la Paeonia broteri (la «Rosa de Alejandría»), además de algunas curiosidades o rarezas que podremos ver en el suelo, bajo algunas jaras, y que no son otra cosa que plantas parásitas de éstas, concretamente la Cytinus ruber, con sus colores blancos y rojos…

[Las dos últimas fotos corresponden a la Cytinus ruber, una planta parásita de la jara, en este caso de la ‘jara blanca’ (Cistus albidus)]

Pero lo mejor aún está por venir… y es que el sendero desemboca en una zona más abierta, apenas a 500 metros antes de llegar a la parte más alta de la sierra, donde nos encontraremos una gran extensión cubierta completamente de plantas de las que brotan las rosas de Alejandría con sus bonitas y espectaculares flores de las que esperemos tener la suerte de verlas florecidas, completamente abiertas, en todo su esplendor, una maravilla visual, impactante a la par que gratificante, regalo que nos puede brindar la madre naturaleza, la «Pachamama«…  cada rincón, cada zona, cada metro es digno de admirar.

Llegados a este punto, y después de todo lo visto, no es de extrañar que esta sierra este protegida bajo la figura legal de zona LIC (Lugar de Interés Comunitario), y más concretamente como: “LIC Sierras de Alor y Monte Longo”, formando parte de la Red Europea de Espacios Protegidos Natura 2000.

Continuamos por sendero para afrontar el último el tramo para llegar a la cima, aunque antes volvemos a encontrarnos con otros espacios, más pequeños, donde también pdoremos disfrutar de las peonías o rosas de Alejandría…  siempre que se enceuntren florecidas en estas fechas del mes de abril.

La senda nos acaba llevando a la parte más alta de la sierra, donde se encuentran unas mesas merenderos, un vértice geodésico y un torreón que hace las funciones de mirador, desde el cual se tienen unas vistas espectaculares en 360 grados, desde enormes dehesas con sus respectivos cortijos, a diferentes pueblos, incluido Olivenza, a uno y otro lado de una frontera marcada por el río Guadiana.

 Vértice geodésico en la cima de la Sierra de Alor convertido en improvisado mirador. Foto realizada desde el mirador del torrerón

 Panorámica hacia el sur desde la torre del  mirador de la Sierra de Alor, desde donde podremos ver el Castillo de Alconchel y algo más a la izquierda el pueblo de Táliga.

Castillo de Alconchel desde el mirador de la torre de la Sierra de Alor

Después de estar unos minutos en la parte alta de la torre-mirador regodeándonos con las vistas y haciendo alguna que otra foto, podemos bajar para dirigirnos hacia el otro mirador, situado a corta distancia del torreón. Este segundo mirador en más simple, pero bonito y coqueto, aunque a diferencia del primero, desde éste solo se tienen vistas hacia el sur.

 El segundo mirador, con vistas hacia las dehesas del sur

Panorámicas desde el segundo mirador. Foto del compañero Juan Antonio Tena

Para seguir con nuestra ruta, retrocederemos unos metros y emprendemos la bajada de la sierra por el otro lado, pasando primero por unos chozos de piedra, algunos restaurados. Al contrario que en la subida a la sierra, en la bajada por este otro lado no nos encontraremos con muchas peonías.

Al bajar de la sierra y enlazar con la llanura volvemos a caminar los últimos kilómetros totalmente por zonas abiertas, campos de cereales, coincidiendo con el inicio de la ruta de esta mañana.

Al final serán algo más de 18 km de recorrido (aunque el track el track marque un par de kilómetros más, todo dependerá del lugar de inicio del recorrido en Olivenza).

El track de la ruta podéis consularlo AQUÍ.

Os dejamos un par de enlaces con fotos de las dos ocasiones anteriores que ASTOLL estuvo en Olivenza haciendo esta ruta:

 

Publicado en Ficha Técnica.

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