Recomendaciones

Para realizar una excursión con éxito, con las máximas garantías de seguridad, es imprescindible llevar un equipo adecuado y en buenas condiciones y preparar el itinerario previamente:

Documentación:

Cualquier senderista debe tener en cuenta, antes de iniciar su salida, los siguientes consejos:

  • Recopilar información de la zona.

  • Tramitar permisos de paso si es una zona restringida o privada, de acampada, un refugio u otro alojamiento.

  • Informarse de cómo desplazarse al inicio del sendero.

  • Estudiar detalladamente el recorrido sobre mapa, así como el tiempo y horario estimado y más adecuado para realizarlo.

  • Si se utiliza un GPS o similar y se descarga el track, recordar que está en formato GPX y el DATUM es el WGS 84.

Equipamiento individual:

El equipo personal del senderista debe incluir material o equipamiento básico, como por ejemplo una topoguía, calzado de trekking tipo bota o zapato, mochila, gorra o sombrero, crema solar, protector de labios, cantimplora, comida rica en azúcar e hidratos de carbono. Además, si el tiempo es inestable, o si se prevé llegar al anochecer o pasar la noche caminando, no deben olvidarse la linterna ni un paraguas pequeño, chubasquero o similar, y ropa de recambio. Tampoco está de más llevar un botiquín básico (con tiritas, desinfectante, aspirina, antiácido, gasa, aguja…).

Lo normal, en un alto porcentaje de casos, es que no haga falta una vestimenta especial, si bien hay ropa y accesorios específicos que hacen más cómoda la actividad. Se recomienda ropa ligera, multicapa y térmica o transpirable, según la época. En caso de ser rutas por las altas sierras, pongamos a partir de 1.200 metros de altitud, hay que vestir ropa de media montaña añadiendo prendas cortavientos y chubasquero ligero.

La parte de la indumentaria que se debe elegir con más detenimiento es el calzado. Aquí intervienen no solo los gustos personales sino también el tipo de terreno, la época del año o el tiempo previsto. Unas botas de media caña son las más versátiles

La mochila es otra pieza fundamental del equipamiento. Es importante que mantengan el respaldo alejado del cuerpo para ventilar la espalda, que las correas sean ajustables y que tengan un cinturón pélvico. Hay mochilas ideadas para el senderismo y con detalles anatómicos específicos para todo tipo de usuario. Lo mejor para empezar es adquirir una adaptable a varias actividades camperas, de capacidad media, probándola cargada en la tienda para comprobar si se ajusta a las necesidades de cada uno.

Los bastones solo deben llevarse si se van a utilizar. Son más útiles para andar rápido o ayudarse en los pasos difíciles que para una ruta contemplativa, aunque hay determinados caminantes para los que son imprescindibles. Los más usados son los telescópicos, porque se pueden guardar en la mochila en caso de no necesitarlos.

Mejor prevenir que curar. Leer bien lo que se cuenta del itinerario es la mejor forma de saber cómo es, sobre todo en lo referente a regresar al punto de inicio de una travesía por los horarios de los servicios públicos de transporte.

El clima es impredecible, y más en la montaña. Cuidado con la lluvia, que puede llevar a la hipotermia, pero también a las nubes bajas o la niebla por la posibilidad de perderse, a las tormentas eléctricas o al viento, que baja ostensiblemente la sensación térmica.

En muchos casos, los senderos van por zonas bien comunicadas; en otros no. Normalmente en los pasos peligrosos, en los senderos señalizados se colocan advertencias explícitas, pero tato si el sendero o un paso peligroso, está o no señalizado, la MEJOR recomendación es la utilización del sentido común.

Normas básicas para el senderista:

El secreto para hacer una buena caminata con un desgaste físico mínimo radica en dos factores: la capacidad física (que se logra con el entrenamiento) y la técnica (que se obtiene con el conocimiento del recorrido). Partiendo de esto, debemos tener presente cinco normas básicas:

  1. Comenzar a caminar a un ritmo más lento del normal hasta lograr una velocidad constante, sin correr ni pararse innecesariamente.

  2. Coordinar el ritmo de la marcha con el de la respiración.

  3. Evitar paradas prolongadas para no enfriar los músculos.

  4. Caminar correctamente, esto es, con los pies planos, el cuerpo vertical y el centro de gravedad perpendicular a los pies. En las bajadas y subidas el cuerpo irá un poco inclinado hacia delante, y en las subidas se disminuirá el ritmo del paso y/o se hará más corto. Una velocidad de 4 kilómetros por hora es la adecuada en un itinerario plano. En condiciones normales, con un caminar constante y con pocas paradas, se puede superar un desnivel de 300/400 metros en aproximadamente 1 hora.

  5. Hidratarse con agua o bebidas isotónicas cada media hora. La alimentación debe adecuarse al esfuerzo físico y no comer en abundancia.