Una de las rutas más clásicas de la sierra madrileña, una circular por el macizo de Peñalara, realizada en el sentido de las agujas del reloj, saliendo desde el parking del Puerto de Cotos, visitando el refugio de Zabala, y subiendo al pico de Peñalara, el más alto de la comunidad de Madrid (2.428 m.) previo paso por las “Dos Hermanas”, para seguir por el “Risco de los Clavales” y bajar hasta la primera de las lagunas, la “Laguna de los Pájaros”, para seguir después pasando por el resto de las lagunas, ya en bajada, hasta completar el círculo.
Nos habíamos alojado en Segovia, así que a las ocho de la mañana había que estar montados en el bus todos aquellos que quisieran hacer la ruta, previo desayuno en los apartamentos donde estábamos, ya que estos apartamentos para cuatros personas cada uno, era lo único que se había podido conseguir en estas fechas y con tan poco tiempo, y como el bar más cercano no lo abrían hasta las nueve de la mañana, pues tocó llevar algo de provisiones para desayunar…
A las nueve ya estábamos en el aparcamiento del Puerto de Cotos, así que tras cruzar la carretera, el grupo se dispone a realizar la ruta, sobre las 9:15, con fresquito a esta hora, sobre 5 o 6 grados.
En un principio la idea original de Javier era la de realizar la ruta en sentido contrario a las agujas del reloj, es decir, subir tranquilamente todo el grupo por la zona de las lagunas hasta llegar a la “Laguna de los Pájaros”, y desde este punto, cuando el personal viera por donde había que seguir subiendo, el que no estuviera dispuesto se podría dar la vuelta y bajar tranquilamente por donde había subido, con la opción de acercarse a la Laguna de Peñalara en el caso de que no nos hubiéramos aproximado a ella al principio, pero una cosa son los planes y otra cosa lo que al final acaba surgiendo…. Definitivamente ¡los planes estás para no cumplirse!…
Fernando, Javier y yo nos acercamos a la caseta de información del parque, para solicitar información sobre el estado de la ruta, porque un par de semanas antes cuando Javier estuvo por aquí, había algo de nieve, y el personal que venía a la ruta iba en plan “senderismo”, poco preparado para enfrentarse con nieve y roca; y ya de paso, también aprovechó la ocasión para comentar que era el grupo de Llerena para el que solicitó permiso para hacer esta travesía días atrás, ya que lo normal es pedir permiso para hacerla, ya que estamos en un parque natural y zonas protegidas, aunque muchos suben a Peñalara de forma individual o en pequeñas cuadrillas sin pedir permiso…
Como he comentado antes, no íbamos a entrar todo el mundo en la caseta de información, así que sólo entramos los tres que he comentado antes, mientras que al personal se le dijo que tirara un poquito más hacia delante, pero claro, con la idea de que pararan en la bifurcación, para elegir seguir por la derecha, en dirección a la laguna de Peñalara, en lugar de seguir por la izquierda, por donde se sube al pico de Peñalara, pero a algunos del grupo en cuanto ‘le sueltas la cuerda‘ tiran hacia delante como alma que lleva el diablo, a todo tren, sin más miramientos, así que para cuando salimos del punto de información, no veíamos a nadie de nuestro grupo, así que toca el primer calentón del día para intentar ir cogiendo al personal.
El principio es por una pista ancha, flaqueada por árboles que aportan sombra, pasando a numerosos grupos pequeños de entre 2 y 6 personas, que van bien abrigados y que también van a hacer la ruta o parte de ella, ya que muchos sólo suben a Peñalara, o en el caso de los “domingueros”, sin desmerecer, me refiero a los que vienen en plan familia, con los niños, para dar una vuelta, lo hacen más tarde y suelen ir hasta la zona de la laguna de Peñalara… conclusión: “una ruta clásica + fin de semana + primavera = mini-masificación”.
Cuando llegamos al punto de bifurcación, donde se eligen en qué sentido realizar la ruta circular, hemos cogido a parte del grupo pero el resto, va diseminado más hacia delante, ya en plena subida, y los galgos del grupo ya han tomado bastante ventaja.
¡Nada más empezar y ya vamos contra-corriente!. Seguimos hacia delante intentando dar caza a los primeros, que no paran. Seguimos cogiendo a otros del grupo pero los primeros van bastante por delante, así que intentamos localizarlos por teléfono, ya que no sabíamos si pararían o seguirían hacia delante, al menos hasta llegar al desvío del refugio, ya que no conocían la ruta. Después de varios intentos podemos hablar con ellos y le decimos que esperen al resto del personal.
Seguimos subiendo. La pista amplia sólo transita entre el punto de información y la caseta del depósito donde está la bifurcación para elegir el sentido de la ruta, porque a partir de aquí ya subimos por un camino, con rampas más o menos empinadas, y con piedras, pero en general, algo insulso al principio puesto que tampoco se pueden disfrutar de vistas amplias, y mientras se va subiendo, la vegetación arbórea va despareciendo dejando paso a vegetación más típica de alta montaña: matorrales y piornos.
Una vez alcanzada la cabeza del grupo, se procede a la espera para reagruparnos todos y comentar la situación, ya que esto no era lo inicialmente previsto, pero después de este tramo de subida que ya ha realizado el personal, tampoco es cuestión de deshacerlo, con la consiguiente pérdida de tiempo, así que seguiríamos hacia delante, haríamos un pequeño desvío de ida y vuelta para ver el refugio Zabala y las vistas de la laguna de Peñalara desde la zona de dicho refugio (esto estaba contemplado pero a la vuelta y para el que quisiera) y seguiríamos subiendo hasta la “Hermana Menor”.
Hasta el desvío al refugio Zabala, la gente va subiendo a cuenta gotas y mucha diferencia entre unos y otros, algo normal, por otro lado, al ser un grupo numeroso (más de veinticinco personas). Yo me quedo en el desvío para indicarles a los últimos por donde tienen que ir y cual es la idea de hacer este tramo de ida y vuelta, y me suelen preguntar lo mismo ¿ya ha terminado la subida? o ¿falta mucho para terminar la subida?…¡puuffff!, acabamos de empezar como quien dice y ya estamos en este plan… por eso la idea de haber hecho la ruta en el otro sentido que puede ser menos exigente o al menos con mejor huella en el recorrido global.
Desde el refugio Zabala ya se tienen unas buenas vistas, y desde su parte trasera se puede ver, desde una especie de mirador, la Laguna de Peñalara, algo más abajo, y el camino empedrado que parte de ella y enlaza con la parte final del recorrido que queremos realizar (o la parte inicial si hubiéramos optado por hacer la ruta en el otro sentido).
Tras el pequeño descanso y las fotos de rigor, toca deshacer el pequeño tramo de senda-camino hasta coger de nuevo el camino que traíamos, en subida y con piedrecitas, y cuanto más altura se va ganando, más vamos entrando en el territorio de los piornos. Durante este tramo las vistas que tenemos son más bien de la zona de las estaciones de esquí de Navacerrada y Valdesquí, pero van quedando difuminadas, porque por ese lado de la sierra se está levantando niebla, y el cielo ya está totalmente cubierto…
El grupo se disgrega en minigrupos diseminados a lo largo de la subida como cuentas de un rosario, y como junto con otro compañero, fui de los últimos en salir del refugio, progresivamente fuimos cogiendo y pasando a la mayoría de estas “cuentas del rosario”, hasta que al llegar a la zona de la “Hermana Menor”, ya vemos a la gente de cabeza por delante, pero justo a la derecha, en una mancha de nieve, parte del personal a los que habíamos cogido en la subida, además de algunos de los que venían por detrás, se salieron del camino atraídos por la nieve como las moscas a la miel, como si de un imán se tratara, y eso que sólo se trataba de una mancha, pero debe ser que “somos de secano”, y la nieve atrae más que a un tonto un lápiz…
Algunos del grupo llegando a la Hermana Menor.
Nosotros seguimos hacia delante hasta enlazar con el grupo que iba delante, con Javier a la cabeza… Cuando llegamos a la “Hermana Mayor”, tenemos que hacer una parada para reagruparnos todos, porque ya le dije a Javier que había mucha distancia entre unos y otros y que hasta que llegaran los últimos íbamos a tener que esperar un buen rato, y así fue, tuvimos que hacer una parada en aquél páramo, a merced de las frías corrientes de aire, sin refugio de ningún tipo, de casi media hora, así que el personal que estaba allí y los que iban llegando, tuvieron que ir colocándose la poca ropa de abrigo que llevaban, porque no se esperaban estas temperaturas.
El cielo estaba ya completamente cubierto a estas alturas, y aunque es desde este tramo de las ‘dos hermanas‘ cuando ya se tienen unas vistas y perspectivas mejores, tanto desde el lado norte como del sur, lo cierto es que apenas podemos ver nada, sobre todo de la zona norte, donde en circunstancias normales podríamos llegar a ver hasta Segovia claramente, pero la niebla va invadiéndolo todo, aunque en la parte sur parece estar más despejado, como si la sierra hiciera de barrera, de dique de contención, y antes de llegar al punto donde estábamos esperando, ya pudimos divisar abajo, al fondo, hacia el sur, la zona del refugio Zabala y la laguna de Peñalara, tomando conciencia del desnivel que hemos subido hasta ese momento.
En la espera, la gente comienza a quedarse fría, porque entre otras cosas las temperaturas se han desplomado, pero lo peor de todo, comentándolo con Javier, era la niebla, porque a partir de la subida a Peñalara, cuando empezara el tramo del Risco de los Claveles, el paso complicado de la ruta, podíamos tener problemas: primero por que se transita sin senda ni camino, pasando o saltando entre bloques de piedra dispuestos irregularmente y a cierta altura, no apto para el personal con vértigo, y segundo porque ente la niebla, entre que el grupo era numeroso, ente que habría que ir prácticamente en fila india y entre que todos no tienen la misma forma física ni agilidad, podía ser un verdadero “penaero” este paso, y para colmo, a la altura de la cima del Peñalara comenzarían a caer los primeros copos de nieve, y de seguir así, la piedra podría estar mucho más resbaladiza… en circunstancias así es por lo que no me gusta ir a la sierra o a la montaña con grupos tan numerosos…
Cuando ya estábamos todos juntos, Javier comentó, con la idea de que parte de los que íbamos se dieran la vuelta ante el retraso que estábamos teniendo, y ante el tramo peor que quedaba por venir y antes las circunstancias climatológicas, sobre todo el miedo a la niebla, que así no podíamos seguir, que a partir de ese momento el camino desaparecía y había que seguir guiándose por los hitos, y que con la niebla no nos podíamos alejar muchos unos de otros, así el que creyera que no iba a poder seguir se diera la media vuelta, pero creo que algunos no se dieron por aludidos y todos decidieron seguir hacia delante…
En circunstancias normales, es decir, de buen tiempo, sobre todo sin niebla y sin posible lluvia (las previsiones eran de lluvia a partir del mediodía o por la tarde, pero vete a saber lo que pude pasar a la parte alta de la sierra y sobre todo por cómo se estaba poniendo el día), no pasa nada porque en lugar de cinco horas se acaben haciendo siete horas, porque el personal viene a la sierra o a la naturaleza a disfrutar y no para andar con el reloj en la mano, pero cuando la cosa se pone fea, vale que se tenga que esperar porque unos anden mejor o peor físicamente, pero lo que no es de recibo es que el personal se entretenga haciéndose fotos unos a otros en cualquier mancha de nieve que vean por el camino, ¡coño, que aquello en lugar de una mancha de nieve parecía la pasarela cibeles, con tanta foto y tanta pose!… y lo que aún es menos de recibo, es que aún ya comentando todas estas circunstancias, el personal vuelva a caer en el mismo error, inconscientes claramente del tramo que les esperaba, unido a que el tiempo no acompañaba tampoco, que era lo fundamental, y así, en otro tramo de nieve después de pasar la cima del Peñalara, volvemos a las andadas, y por mucho que se les apremie… ¡ni puñetero caso!…
Desde la “Hermana Mayor” a Peñalara, más o menos bien, agrupados dentro de lo que cabe, con mucho frío y niebla no excesivamente espesa, pero lo suficiente como para no ver nada de la parte norte, aunque si de la parte sur, aunque también con un cielo cubierto. Arriba, en la cima, una pequeña parada para terminar de reagruparnos todos, así que aprovechamos para echar unos tragos de vino “pa’entrá en caló” y picotear algunos frutos secos.
Arriba, en Peñalara (2.428m), algunos sobrellevan la espera entre el frío y la niebla echando unos tragos de vino…
En este tramo entre las ‘dos hermanas‘ y la cima de Peñalara, es cuando más gente vemos, al punto de parecer esto una romería, se nota que es una de las clásicas, aunque la mayoría del personal que se encuentra en la cima sólo sigue hasta aquí, limitándose después a bajar por el mismo sitio.
Nos ponemos en marcha de nuevo, no era cuestión de parar a comer allí, había que ganar tiempo para el caso en que la niebla se hiciera más intensa, o por si se ponía a llover o a nevar, porque como he dicho antes, en el tramo del Risco de los Claveles comenzaron a caer copos de nieve, que por fortuna sólo quedaron en eso…
Al entrar en el tramo complicado de esta ruta circular, en la parte sur y mirando hacia abajo, tenemos un bonita panorámica de la “Laguna de los Claveles”, a la que más tarde tendríamos que bordear, pero primero había que pasar este tramo, y por lo que estaba viendo al ponerme a cola de grupo, no iba a resultar nada fácil para algunas personas y me daba la sensación que tendríamos que armarnos de mucha paciencia…
Cuando comenzó a ponerse este tramo algo más complicado, y cuando al fondo se veía difuminado el paso entre riscos y bloques de piedra, por donde iba transitando a modo de hilera el personal, cual fila de hormiguitas, porque curiosamente, parecía que todos los que en el día de hoy nos habíamos propuesto hacer esta ruta, habíamos coincidido en este lugar, donde se produjo un cuello de botella, ¡joé, un poco más y tienen que andar colocando semáforos allá arriba!… es entonces cuando por fin, la sensatez comienza a florar y algunos deciden que se dan la vuelta, unos por unos causas y otros otra, así que al final, prácticamente la mitad de los que iniciaran la ruta y por diferentes motivos, se dan la vuelta para regresar por el mismo camino, mientras el resto seguiríamos hacia delante, ahora más rapiditos, después de “soltar lastre”…
Unos sortean el pedregal con más soltura que otros, y aunque para algunos este tramo puede ser un suplicio y sólo respirarían hondo y aliviados cuando ‘pisaron tierra firme’, o sea, cuando por fin perdemos altura y enfilamos una senda-camino, dejando los riscos a nuestras espaldas, lo cierto es que para mi fue el tramo más divertido, en el que más a gusto estuve y donde mejor me lo pasé, donde hubo un poco de aliciente, al margen de las excelentes vistas desde allí arriba, como en el último tramo, donde se puede ver toda la zona del Risco de los Pájaros, así como su bajada correspondiente, pasando de los bloques de piedra al camino-senda que en descenso y haciendo una curva, llega a la laguna del mismo nombre, con las vistas amplias hacia el horizonte, hacia el este, mientras al norte, la niebla impedía ver las panorámicas, y tan sólo en alguna que otra ocasión donde la niebla parecía que remitía, y entre jirones de ésta, se llegaba a ver Segovia, y al sur, abajo, parte del recorrido que tendríamos que realizan después, un tramo más llano, de menos altura, entre lagunas… en definitiva, las mejores vistas y el mejor momento de toda la ruta, al menos para mi, porque como siempre, para gustos los colores…, ¡lástima que me quedara el viernes con las prisas la cámara de foto en casa!, me tendría que contentar con la cámara compacta que me dejó Javier, a la que siempre le pasa algo: o no va bien el zoom, o no tiene baterías o tiene la tarjeta llena, aunque conociendo al dueño… no se por qué me extraño…
Javier, a la izquierda, a punto de bajar el último tramo rocoso de la bajada del Risco de los Pájaros, hacia la laguna del mismo nombre que aparece a la derecha…
Bajando el último tramo hacia la Laguna de los Pájaros; las flechas amarillas marcan por donde vienen gente de otros grupos…
Último tramo de bajada hacia la Laguna de los Pájaros.
Terminado el tramo rocoso y pedregoso de bajada, al llegar al camino-senda, el personal por fin se relaja y el ambiente ya es más distendido camino de la Laguna de los Pájaros, en donde al llegar, vemos que la temperatura ha subido un poco conforme hemos ido bajando, y la niebla en este lado de la sierra es inexistente, aunque un cielo plúmbeo amenaza con ponerse a llover de un momento a otro, así que la supuesta parada para comer en el entorno de esta laguna, una vez pasadas las dificultades y con la gente ya más relajada y disfrutando es descartada, así que tras las fotos de grupo de rigor, todos seguimos el sendero, ahora en descenso, disfrutando de las vistas, a nuestra derecha, del Risco de los Claveles, por donde habíamos pasado hacía un rato, y viendo que sobre él iban pasando gente todavía, cual hormigas diminutas encaramadas allá en lo alto, para después seguir disfrutando de las vistas de las sucesivas lagunas y de los innumerables riachuelos por los que íbamos pasando, con unas aguas que bajan estrepitosas, raudas y frías, todo producto del deshielo.
El grupo llegando a la Laguna de los Pájaros, con la estampa de la zona del Risco de los Claveles frente a nosotros. La flecha amarilla marca por donde viene el personal de otro grupo en el último tramo de la bajada.
La zona más complicada de la ruta, la zona del Risco de los Claveles. Las flechas amarillas marcan algunos grupos de personas que van realizando este tramo.
Al llegar al mirador de Javier, desde donde se tiene una buena panorámica de la laguna de Peñalara y del refugio Zabala encaramado allá en lo alto, la temperatura ha subido bastante y ya sobra parte de la ropa, mientras que la amenaza de lluvia parece diluirse, y de hecho, al final terminaríamos la ruta sin mojarnos, y tan sólo, y una vez ya en el centro de Segovia, y por la tarde, es cuando comenzó a caer una lluvia muy débil.
Al final, hemos realizado este tramo de bajada bastante rapiditos, en hora y media desde la laguna de los Pájaros hasta el bar que se encuentra junto a la carretera del puerto de Cotos, donde algunos de los que se habían dado la vuelta ya estaban allí comiendo, mientras que otros aún no habían llegados, pero en general, no tardaron mucho en hacerlo, tanto los que venían de hacer la ruta completa como los que se habian dado la vuelta. Una vez todos juntos, estuvimos disfrutando del “tercer tiempo”, o sea, del momento cerveza y del momento comida, donde cada uno pone en común lo que lleva y comienza a picotear de uno y otro sitio, acompañándolo con una buena cerveza y con algún que otro trago de vino, que para eso teníamos el bus y no había que conducir.
Terminada la comida, y dentro de una tarde gris, emprendimos el camino de regreso hacia los apartamentos donde estábamos alojados, a las afueras de Segovia, aunque después de la ducha y el café en el bar de abajo, y como no habíamos tenido bastante, algunos nos fuimos dando un paseo hasta el centro, uno dos kilómetros y medio aproximadamente, o eso, o esperar una hora a que pasara el próximo bus.
Ya en Segovia, el personal de dispersa en grupitos como siempre, y cada uno a lo suyo, pero en general, paseito por el casco antiguo de esta ciudad para ver algunas iglesias, catedral, alcázar, etc… para terminar con la ruta de bares y cervezas previas a la cena…
En definitiva una ruta clásica de la sierra madrileña, muy interesante, con buenas vistas y con tramos entretenidos, que se completó con las visitas culturales a Segovia y Ávila y con las rutas «gastronómicas«…