Comienza la ruta con un pequeño callejeo por el pueblo para acabar saliendo de él utilizando un camino en buen estado, con un par de repechos, por zonas de olivares y con la sierra de las Peñas Blancas, que da nombre a la ruta, frente a nosotros.
Hay tramos de camino flanqueado por paredes de piedras y otros por almendros, que en época de floración se convierte en un bonito recorrido, al tiempo que se puede ver claramente el gran llano desde el que súbitamente se alza la sierra-isla a la que tendremos que subir.
Cuando comienza la fuerte subida a la sierra (de un par de kilómetros aproximadamente, aunque es el primero donde está el mayor desnivel), el camino se hace cada vez más estrecho hasta convertirse en sendero, lo que obligará al grupo a ir en fila india.
La subida es bonita, espectacular, por sendero y teniendo unas vistas inmejorables del enorme llano sobre el que se asienta La Zarza, que cada vez va quedando más lejos.
El sendero sube perpendicular a la pared rocosa que tenemos frente a nosotros, hasta que gira a la izquierda, quedando la mole de pared a la derecha, porque el sendero lo que intenta es alcanzar la cima de esta sierra bordeando en subida esta mole, para llegar al Puerto de Las Hoyas.
Senderistas subiendo a la altura del abrigo de La Calderita, con los llanos al fondo y el pueblo de La Zarza al fondo a la derecha.
Poco antes de llegar a la cima, a la derecha, en una cavidad en la pared rocosa que antes he comentado, se encuentra el abrigo con las pinturas rupestres de La Calderita, uno de los más destacados del arte rupestre esquemático, y aquí, el que tenga curiosidad o interés, puede apartarse de la senda para verlos más de cerca, haciendo uso de una plataformas de metal que han colocado para facilitar su accesibilidad.
Desde este punto de la subida, donde se en encuentran las pinturas rupestres, ya solo queda un último y corto tramo de subida.
José Manuel en primer término, en el último tramo de la subida a la Sierra de Peñas Blancas.
Tras unos cuatro kilómetros recorridos desde el inicio de la ruta, por fin llegaremos a la parte alta de la sierra tras la fuerte subida inicial, única dificultad importante de la ruta.
Una vez arriba, veremos que el esfuerzo a merecido la pena, sobre todo en días claros, porque podremos disfrutar de las impresionantes vistas que se contemplan desde allí.
Estamos en la parte alta de esta sierra-isla, ya que se trata de una elevación en medio del llano absoluto, una isla que surge en mitad de un mar, una sierra rodeada completamente por bastas extensiones de terreno llano, hasta donde alcanza la vista, por lo que se pueden ver en estas primeras vistas, con el pueblo de La Zarza al fondo.
Tras un pequeño descanso para recuperarnos de la subia, lo que sigue es caminar por una especie de altiplano, durante poco más de un kilómetro, en ligera subida, de nuevo por senda, con la parte más alta de la sierra a nuestra izquierda y a nuestra derecha con otras vistas espectaculares del embalse de Alange y del pueblo de La Zarza (éste ahora a la derecha). Buenas vistas, una auténtica gozada y además, esta zona que estamos atravesando, es una zona de especial protección de aves, la ZEPA del “Embalse de Alange y Sierra de Peñas Blancas” , de ·gran valor paisajístico, florístico y faunístico”.
Un tramo que se puede realizar cómodamente, realizando algunas paradas en determinados puntos para contemplar las vastas vistas que se tienen desde allí y por supuesto para las típicas fotos.
Después de otro corto repecho, comienza una larga y empinada bajada, de nuevo por sendero serpenteante y con zonas con tramos de más desnivel que pueden provocar alguna que otra derrapada, pero a pesar de esto, es un tramo de bajada entretenido, donde se puede seguir disfrutando de las vistas.
Casi al final de la bajada, cuando se hizo esta ruta «oficial y multitudinaria«, aparece la nota de humor… una ambulancia móvil último modelo, con todas las novedades, ideal para atender a los posibles heridos o renqueantes de este primer tramo, o lo que es lo mismo, un burro ataviado con el uniforme de la cruz roja, y gente con mucha guasa, que provocan alguna que otra risa.
Al terminar el tramo de sendero de bajada, cogeremos a la derecha un camino-pista muy cómodo. El camino es en ligera subida, con buena huella, con la sierra a la derecha, y rodeado de olivares y almendros, en un tramo salpicado con alguna que otra casa de campo.
A esta cómoda y ligera subida le sigue su consiguiente bajada, suave, donde al fondo ya se divisa, en una zona más elevada, las Minas de Tierrablanca, con su alrededores totalmente erosionados, desaborlados, sin ningún tipo de vegetación.
Al terminar esta suave bajada, a la altura del cauce de un arroyo, se gira bruscamente a la derecha, y a partir de aquí comienza otra larga cuesta, aunque sin mucho desnivel, por camino con algunos tramos de piedra suelta que hacen más complicado el agarre. Este pequeño tramo, sin duda, me parece el más feo de la ruta.
Al final de este poco agraciado tramo de largo repecho, llegaremos a una zona llana, con algunas casas de campo a la izquierda y bonitas vistas a la derecha.
A partir de aquí nos internamos en lo que se conoce como el Pinar de los Valencianos, una gran extensión de pinos y un camino que transita entre ellos, por el que se anda muy cómodo y a la “sombra de los pinos” como dice la canción.
Es un tramo llano, agradable y relajante, ideal para caminar. Pasaremos junto a las ruinas de unas antiguas casas, que creo se conocen como las “Casas de Don Andrés”. Desde aquí son 3 kilómetros hasta llegar a las zona de las Minas de Tierrablanca según indica una señal que hay allí mismo.
Todo este tramo hasta las Minas, transita también por zonas de pinar, dentro de lo que es la Sierra de Juan Bueno, hasta que vemos una corta pero fuerte bajada que deja atrás al bosque de pinos para adentrarse de lleno en las minas, aunque para cruzar este gran yacimiento a cielo abierto de caolín o pizarra sericítica, hay que hacerlo subiendo otro buen repecho, por pista y por una zona sin ningún tipo de vegetación, donde en épocas de calor, pasar por aquí debe equivaler a estar dentro de una olla a fuego lento.
Desde la parte alta, mirando hacia atrás, o sea, por la zona de donde venimos, hay una buena panorámica completa de las minas, del entorno que lo rodea, con el pinar al fondo y la laguna con un agua de color azul turquesa, que hay en el interior de unas de las excavaciones, sin duda, una de las estampas a enmarcar de esta ruta.
Desde aquí un tramo de algo menos de tres kilómetros por una pista ancha y cómoda, y también, por qué no decirlo, insulsa y aburrida para mi gusto, que en este caso se salva por las bonitas vistas que se tienen al frente, al fondo, junto con la sierra que tenemos a nuestra izquierda.
Cruzamos la carretera y entramos en el pueblo y después de callejear un poco pasaremos por la estatua del arriero, llegando al punto de inicio y final de la ruta.
En general la ruta es interesante y entretenida, tiene un poco de todo, una primera parte de algo más de exigencia física, zonas de sierras y de llanos, caminos, muchos tramos de sendero, también algún tramo de pista (más insulsos), zonas de pinares y la zona de las minas para rematar la ruta, además del abrigo con las pinturas rupestres para el que tenga curiosidad o interés por este tema, y todo el recorrido con buenas vistas, sobre todo desde lo alto de la Sierra de Peñas Blancas que es desde donde se tienen las mejores; incluso hasta la distancia de esta ruta está bien, ni demasiado corta ni excesivamente larga, resultando una buena caminata de 18 km donde sólo el principio hasta llegar arriba de la sierra, es el más exigente.
Podéis ver algunas fotos de esta ruta a más tamaño y con mejor resolución pinchando AQUÍ.