La ruta prevista es una circular con inicio y fin en Castañar de Ibor, con dos partes diferenciadas: una primera con una ruta corta y perfectamente señalizada, hacia los Castaños de Calabazas (una formación de castaños declarada como “Árbol Singular de Extremadura”) con finalizaciónen en la “Chorrera de Calabazas”; y una segunda parte, algo más larga, con tramos donde se alternan sendas con caminos amplios, además de algún tramo donde la huella es peor, apereciendo cruces y desvios que NO están señalizados.
A la entrada en Castañar de Ibor (si se accede desde Guadalupe) o a la salida (si accedemos por Deleitosa–Robledollano) se encuentra el Hostal-Restaurante “SOLAIRE” y justo frente a él, cruzando la carretera, en una curva que hace ésta, es donde sale el camino del tramo inicial de esta ruta, con un cartel indicativo donde se describe este primera parte, de 3,7 km hasta la zona de los “Castaños de Calabazas”, a lo que hay sumar otro kilómetro o algo más, hasta la “Chorrera”, o sea, unos 5 km.
Esta primera parte del recorrido es un paseo bonito y muy entretenido, por camino en suave subida que transcurre en mitad de un bosque de castaños, la lástima es que en ésta época de invierno no se puede disfrutar de las típicas tonalidades otoñales del bosque o de su marto verde frondoso de época primaveral mientras escuchamos el trino de los pájaros, aunque por otro lado, la desnudez de los árboles hace que sea más fácil ver al pájaro «pico picapinos» (Dendrocopos major), uno de nuestros pájaros carpinteros, aunque antes de verlo seguro que podremos oir el típico martilleo de su pico con los troncos de los árboles.
En el inicio de recorrido iremos dejando atrás algunas huertas y alguna que otra desviación a la izquierda que conducen al pueblo, mientras que nosotros seguiremos en ligera y cómoda subida adentrándonos en el bosque de castaños, siempre siguiendo dirección este. Este primer tramo de subida concluye al alcanzar el Collado de Postuero, a 968 m. y teniendo en cuenta que partimos desde los 660 m. aproximadamente, significa que en estos 3 km iniciales salvaremos un desnivel de 300 metros.
Ya en el collado, nosotros seguiremos rectos, en la misma dirección, hacia el este, pero a la derecha veremos que sale un camino por el que se ascendiende, bordeándolo, al cerro más elevado que traíamos a nuestra derecha y que no es otro que el Camorro de Castañar de Ibor, de unos 1.150 m. de altura y declarado como uno de los geositios del Geoparque Villuercas-Ibores-Jara (en geología, cuando se habla de «camorros» se está haciendo referencia a «cerros testigos«).
Desde el Collado de Postuero, lo que sigue es un descenso suave, algo más brusco al principio pero muy suave después, caminando de lleno por otro tipo de bosque, donde los castaños han sido sustituidos por un rebollar, o sea, por un bosque de robles melojos (Quercus pyrenaica), sólo hace falta ver en el suelo sus hojas ocres lobuladas que lo delatan fácilmente, una pena no poder ver esto con el colorido especial del otoño, pero es lo que hay.
Al poco de pasar una pequeña praderita se llega a la zona recreativa o zona de interpretación de los “Castaños de Calabazas”, donde el primer castaño que nos recibe no es otro que el célebre “Castaño del Postuero”, todo un señor castaño con 17 metros de altura, 8 de perímetro y unos 700 añitos de nada en cuanto a su edad, y parece ser que recibe su nombre de un topónimo que hace referencia a las antiguas plantaciones frutales (castaños y manzanas), que desplazaron el robledal original, aunque «googleando» un poco, la palabra «postuero«… ¡ojo!, no confundir con «postureo» (que seguro es lo que muchos haréis para haceros alguna foto junto al árbol), en algunos pueblos de los Montes de Toledo, hace referencia a «Cerro bajo, sin maleza, con abundante pasto donde sestea el ganado o simplemente un sitio donde pernoctan las vacas«.
La zona es bien bonita y bien merece una parada para observar los alrededores, y de paso, leer el panel informativo: “Situados en una de las zonas de mayor belleza paisajística de los Ibores, los «Castaños de Calabazas» forman un conjunto de 17 castaños centenarios (Castanea sativa) y un quejigo (Quercus faginea) de gran belleza, conocido como -El Quejigo de la fuente-”.
A partir de aquí el camino desaparece para continuar por una estrecha y tortuosa senda, junto al arroyo Calabazas, que queda a nuestra izquierda, con el suave ronroneo de sus aguas, y en función de su caudal podremos hacernos una idea de como estará un poco más adelante la «Chorrera«.
La senda curvea, serpentea, al igual que el arroyo, esquivando a los castaños centenarios que la flanquean y que en esta época invernal, desnudos de su vestimenta primaveral, con sus altos y gruesos troncos y sus largas y fuertes ramas, bien se asemejan a los «ents«, como Bárbol, en el Señor de los Anillos, esos árboles que se mueven, esos «pastores del bosque»… o también se pueden asemejar a esos enormes gigantes que el Quijote creyó ver en lugar de molinos, y puesto a imaginar, la verdad es que este tramo envuelto en niebla y con mas humedad debe ser espectacular, fantasmagórico, sólo haría falta que de cualquier curva, entre la niebla, surgiera el “jinete sin cabeza (Sleepy Hollow)”… en fin, «la imaginación al poder«…que diría el célebre lema de Mayo del 68.
Este tramo de senda, tiene otro ecosistema, y ya van a ser tres en apenas cinco kilómetros. Primero fue el bosque de castaños, después tocó el turno al bosque de robles melojos y por último, una zona donde se alternan, quejigos, encinas, castaños, enebros, además de brezos y retamas, e incluso algún que otro «loro» aislado… ¡ojo! que no me refiero a ningún pájaro, sino aun tipo de árbol (Prusus lusitánica), parecido al laurel, considerado una reliquia de la flora prehistórica, por lo que resulta bastante raro encontrarlo, estando catalogado como «especie vulnerable» tanto en España como en Francia (dentro de este Geoparque, su mayor concentración y una de las mejor conservadas de toda la península, se sitúa en los márgenes de la Garganta de la Trucha, en el término de Alía) y requiere una gran humedad, tanto ambiental como en el suelo, de ahí que viva habitualmente en orillas de arroyos o cercano a manantiales.
Es en esta última zona, con mayor biodiversidad natural, donde el paisaje más abierto de la zona del robledal se va estrechando, con la garganta encajonándose cada vez más, comenzaremos a ver las clásicas «pedreras«, a las que en algunos sitios en las Villuercas llaman «melonares» (a casi todos os sonará el célebre «melonar de los frailes«, dentro de la Ruta de Isable la Católica, entre Cañamero y Gudalupe)… pero que aquí y por su tamaño, en lugar de «melones» los llaman «calabazas«…. y ¡ea!, de aquí viene el topónimo con lo que se hace referencia a este lugar, al arroyo, a la chorrera, a la garganta y al grupo de castaños.
Tras cruzar en un par de ocasiones el arroyo y entre dos farallones verticales que provocan un mayor estrechamiento de la zona, por fin llegaremos, al cabo de unos cinco kilómetros, cortos en distancia pero muy entretenidos e intensos en tiempo, a la “Chorrera de Calabazas”, un salto vertical de unos diez metros con una pared cromática producto de la humedad, con los verdes en la parte baja, y los tonos negros y rojizos más arriba, pero agua… dependerá de lo que hubiera llovida en días previos, porque cuando yo estuve… lo que se dice agua caer, poca, dos chorros por separados que caian con gran parsimonia a un charco de aguas cristalinas y por rebose, seguirán abriéndose paso entre canchales y piedras hacia abajo…
La «Chorrera de Calabazas» está marcada también como uno de los Geositios (un sitio de relevancia geológica, «una ventana al pasado») dentro del Geoparque Villuercas-Ibores-Jara.
Un lugar envuelto en vegetación, rodeado de paredes calizas y donde el silencio y la tranquilidad te hacen disfrutar mucho de todo el entorno… y mucho más si nos encontramos con la chorrera en su plenitud.
Os dejo AQUÍ el enlace a las fotos de la ruta, con más resolución y comentadas.
Y aquí un pequeño vídeo de cinco minutos, de la primera parte de la ruta, la zona de los «Castaños de Calabazas» y la Chorrera:
Desde la Chorrera tenemos dos posibilidades, o bien darse la vuelta y volver por el mismo camino al punto de partida, en un recorrido lineal de ida y vuelta de entre 8-10 km (sobre todo para los menos andarines o menos acostumbrados a andar por todo tipo de terreros) o bien seguir hacia delante en la ruta circular en sentido contrario a las agujas del reloj.
Los que deseen seguir hacia delante, emprenderán un descenso inicial algo más fuerte que el realizado desde el Collado de Postuero, por zona muy arbolada y senda estrecha, de piedras, más irregular, en un trazado que llevará al arroyo o Garganta de Calabazas a nuestra izquierda, pero del que iremos separándonos levemente, hasta llegar a realizar un brusco giro a nuestra izquierda (dirección noreste) que nos llevará a cruzar la Garganta (habrá que ver como va de caudal) para terminar por dejarla a nuestra espalda, momento en el que el recorrido se volverá mucho mas suave, casi llano, donde la senda por la que bajábamos se transformará en camino más amplio, al tiempo que la zona boscosa dejará paso a una zona más abierta, donde aparecerán algunos pequeños olivares. Avanzando un poco más por este terrero llano tendremos que cruzar otro arroyo, el arroyo del Gollicio.
No será hasta cruzar el último arroyo de la jornada, el de San Benito, cuando el trazado comenzará a cambiar, tanto en el paisaje como en el desnivel, así como en el tipo de camino, y es que tras un nuevo giro brusco a la izquierda (ahora para seguir dirección oeste), coincidiendo con un cruce de caminos, emprenderemos rumbo fijo a Castañar de Ibor, momento en el que el camino amplio poco a poco se irá convirtiendo en senda rodeada de vegetación, desapareciendo los espacios abiertos para adentrarnos en zona más boscosa y de matorral, mientras emprendemos la última subida del día que nos conducirá al Collado del Puerto desde donde ya tendremos vistas de Castañar de Ibor.
La subida es similar en distancia y desnivel a la primera subida que nos llevó hasta el Collado de Postuero, pero puede que se haga más dura porque en lugar de camino es senda y porque la huella es más irregular, y más en función de las lluvias que hubiera habido en la zona últimamente. Es en esta zona, cuando se inicia la subida, cuando habrá que extremar las precauciones para no tomar desvíos erróneos y para estar pendiente en caso de que la senda pueda perderse en algún tramo entre la vegetación o el firme pueda estar destrozado por alguna riada de agua. ¡Hay que recordar que este tramo no está señalizado!, no tienen nada que ver con la primera parte que va desde Castañar a la Chorrera de Calabazas y podemos encontrarlo en mejor o peor estado en función de las lluvias que se hubieran producido últimamente por esta zona.
Por tanto, en la última parte del recorrido, sobre todo a raíz de cruzar el último arroyo y una vez que se hace el giro brusco a la izquierda, hacia el oeste, en busca del Collado del Puerto, coincidiendo con un cruce de caminos, ¡¡es cuando tenemos que tomar precauciones y tener el track de la ruta a mano!!, sobre todo porque también hay muchos cruces de caminos, varios desvíos y porque como he comentado antes, esta parte última no está señalizada.
Desde el Collado del Puerto, simplemente es «dejarse caer» hacia el pueblo, con las vistas de él como referencia y la Sierra de Viejas de fondo (de sobra conocida, aunque desde el otro lado, por todos aquellos que hubierais realizado en alguna ocasión la Ruta de Alfonso Onceno), saliendo del manto boscoso a medida que perdemos altura para volver a tener vistas más extensas, más abiertas.
No es necesario introducirnos en el centro del pueblo, a menos que sea eso lo que queramos, porque podemos seguir por sus calles más exteriores para llegar al «Hostal Solaire», punto de partida de la ruta.
Castañar de Ibor, además de tener dos de los poco más de 50 geositios que tiene el Geopaque Villuercas-Ibores-Jara, y contar con un conjunto de árboles catalogados como «Árbol Singular de Extremadura«, por no hablar de los bosques y sierras que lo rodeas, es también conocido por poseer uno de los Monumentos Naturales de Extremadura, como es la «Cueva del Castañar» (por desgracia, sus visitas están muy restringidas, hay que apuntarse en una lista y hay tiempo de espera ya que sólo pueden entrar grupos de máximo cinco personas), aunque quien lo desee, si tiene tiempo, puede acercarse a ver su centro de interpretación donde se puede ver un recorrido virtual por la cueva, aunque tenéis que tener en cuenta que tanto la cueva como el centro de interpretación están situados en el otro extremo del pueblo al que hemos elegido para iniciar y finalizar nuestra ruta (en la carretera del camping, a un kilómetro aproximadamente del pueblo).
Para los forofos del queso y aunque no es exclusivo de Castañar de Ibor, sino de todo la zona de los Ibores, está el «Queso de los Ibores», con denominación de origen y varias tiendas en el pueblo donde puede comprarse…